Dos mujeres
Conozco a dos personas. De alguna manera a ambas las conozco muy bien.
Una es divertida, la pasa muy bien con la compañia de la gente que quiere.
La otra es tímida, le cuesta desenvolverse. Vive abstraída, en su mundo.
La primera se lleva al mundo por delante, nada le interesa de manera completa. Se aburre de todo de manera muy fácil.
La segunda se aferra a lo imposible, vive pendiente de la opinión de los demás, pero no es capaz de aceptarse a sí misma.
La primera es una mujer fatal, de esas que te buscan, se aburren y se van.
La segunda es una mujer totalmente desválida, que necesita que la amen, pero sobretodo, necesita amar, sino su esencia no sirve.
La primera no quiere a nadie. No le interesan los sentimientos. Sabe todo, conoce al mundo, sabe cómo actúan y cómo lo van a hacer.
La segunda vive enamorada, vive aferrada a amores que nunca la quisieron de la manera en que ella sí.
La primera, a la semana, con un hombre nuevo, se olvida de aquel que la hizo sufrir.
La segunda, al mes, todavía lo sigue llorando.
La primera es independiente, no necesita nada, ni a nadie.
La segunda necesita una persona que le dé sentido a cada uno de los días que le toca vivir.
La primera se divierte, vive la vida como una sola.
La segunda la pasa mal, recordando todo lo que no va a volver a ser.
La primera es extrovertida, todos la conocen, ella se encarga de que así sea.
La segunda es reservada, la conocen, sí, pero sólo las personas que ella quiere… (¿para qué mostrarse si al fin y al cabo la van a hacer sufrir?)
La primera es mala. No quiere a nadie.
La segunda es buena y sufre, pero en silencio.
La primera así está bien.
La segunda tiene tanto para dar… Se muere de amor.
La primera es fuerte, indestructible.
La segunda llora todas las noches, escribe, recuerda, se pierde…
La primera nunca quiso… (¿Total, para qué?)
La segunda todavía quiere y no puede olvidar…
Hay más aspectos de estas dos personas, pero ahora no soy capaz de recordarlos.
Ambas se conocen. Saben quiénes son. Son las dos caras de una moneda. El espejo y el reflejo. La persona y la sombra. La máscara y la persona.
Son opuestos perfectos, dos polos que no se tocan, no se encuentran. Conviven esas dos mitades adentro de un todo, un todo algo tosco, perturbado.
Ambas mujeres viven en una guerra continua por matar a la otra. De día gana la primera. Por las noches vence la segunda. La primera no conoce la nostalgia ni la melancolía. La segunda las lleva impregnadas en la piel. A la primera la conocen todos. A la segunda no la entiende ni la quiere nadie.
Ambas están. De alguna manera, son y continúan, a su manera.
La primera es realidad. La segunda es puro sentimiento.
Ambas soy yo…

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