Dibujo, 00:36
"Perdón, no lo puedo evitar: te veo pasar y tengo que ponerte las manos encima. No puedo eludir el impulso que me lleva a contornear con mis manos tu figura, poder sentir tu existencia, poder explorar cada centímetro de tu cuerpo. Con estas manos...
Dibujarte, saberte, conocerte.
La nariz.
La boca.
El cuello.
El torso.
Las manos.
Los pies.
El pelo.
Todo... No lo puedo evitar. Te veo y me tengo que ir sobre vos, y me veo en la obligación de respirarte, tocarte. Y tengo que sacar de entre mis labios alguna frase, algún rejunte de palabras que me haga sentir bien, que exprese lo que me pasa cada vez que pongo un dedo sobre vos.
Y te miro, y me río. Y me gusta.
Y pongo una mano sobre tu pecho.
Esto lo pienso, en tanto que te imagino, palpando con mis manos en la oscuridad, empezando un dibujo con la totalidad de mi mano.
Llego a tus pies. Subo. Entrepierna. Te toco. Bajo. Subo, Sigo.
Pie.
Planta.
Pierna.
Subo.
Axila.
Brazo.
Manos.
Dedos.
Hombro.
Y vuelvo: cuello, cabeza. Pelo, rulos, rubios. Frente. Cejas. Ojos.
Termino así de formarte, mientras contemplo la obra de arte que acabo de erigir ante mí, mientras el viento de la noche acompaña tu figura, y la luna pone un rostro ante la penumbra de este lugar. Porque la noche te trajo (de nuevo) a mí.
Porque mi mente (esta horda de pensamientos) comenzó a manifestar, a través de mis manos, una línea que inició en el aire y terminó en tu boca; un deseo que se materializó en formas abstractas, en medio de la noche. Una figura que retorna a este lugar (porque lo deseo, lo deseo), que me eleva, me retiene, me sostiene, me permite soñar. Me cautiva con la sola idea de tu presencia viniendo hacia mí, de tu imagen recorriendo el lugar en el que elijo que te vas a encontrar.
Con un corte en el medio de la oscuridad, una idea vaga en la habitación acerca del inconsciente, esas ideas que deambulan esta cabeza y que eligen salir en forma de versos, me obligan a traerte de nuevo y a pedirte perdón: por el ímpetu que se apodera de mí cada vez que te veo, por la locura que me abstrae a otro universo, donde mis manos te conocen cada momento un poco más y donde puedo volcar esas sensaciones en este lápiz y en este papel. Donde puedo ponerme cursi y transformarte en realidad, en la inspiración que me invade a estas horas de la noche y en la musa que permite respirarte en forma de literatura."
Dibujarte, saberte, conocerte.
La nariz.
La boca.
El cuello.
El torso.
Las manos.
Los pies.
El pelo.
Todo... No lo puedo evitar. Te veo y me tengo que ir sobre vos, y me veo en la obligación de respirarte, tocarte. Y tengo que sacar de entre mis labios alguna frase, algún rejunte de palabras que me haga sentir bien, que exprese lo que me pasa cada vez que pongo un dedo sobre vos.
Y te miro, y me río. Y me gusta.
Y pongo una mano sobre tu pecho.
Esto lo pienso, en tanto que te imagino, palpando con mis manos en la oscuridad, empezando un dibujo con la totalidad de mi mano.
Llego a tus pies. Subo. Entrepierna. Te toco. Bajo. Subo, Sigo.
Pie.
Planta.
Pierna.
Subo.
Axila.
Brazo.
Manos.
Dedos.
Hombro.
Y vuelvo: cuello, cabeza. Pelo, rulos, rubios. Frente. Cejas. Ojos.
Termino así de formarte, mientras contemplo la obra de arte que acabo de erigir ante mí, mientras el viento de la noche acompaña tu figura, y la luna pone un rostro ante la penumbra de este lugar. Porque la noche te trajo (de nuevo) a mí.
Porque mi mente (esta horda de pensamientos) comenzó a manifestar, a través de mis manos, una línea que inició en el aire y terminó en tu boca; un deseo que se materializó en formas abstractas, en medio de la noche. Una figura que retorna a este lugar (porque lo deseo, lo deseo), que me eleva, me retiene, me sostiene, me permite soñar. Me cautiva con la sola idea de tu presencia viniendo hacia mí, de tu imagen recorriendo el lugar en el que elijo que te vas a encontrar.
Con un corte en el medio de la oscuridad, una idea vaga en la habitación acerca del inconsciente, esas ideas que deambulan esta cabeza y que eligen salir en forma de versos, me obligan a traerte de nuevo y a pedirte perdón: por el ímpetu que se apodera de mí cada vez que te veo, por la locura que me abstrae a otro universo, donde mis manos te conocen cada momento un poco más y donde puedo volcar esas sensaciones en este lápiz y en este papel. Donde puedo ponerme cursi y transformarte en realidad, en la inspiración que me invade a estas horas de la noche y en la musa que permite respirarte en forma de literatura."
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