Cuarentena

Día 30.
El encierro pesa.
Parece como si los sentimientos hubieran aparecido,
repentinamente,
y los pude escribir en este papel.
Viene a mí de forma lenta
todo lo que tengo que callar, 
todo lo que me desborda, 
que no puedo decir
y que solamente puedo volcar acá,
en forma de poesía,
en prosa,
en narrativa, 
porque es más elegante,
porque este es mi lenguaje,
porque es más fácil 
contar mis sentimientos de esta manera
que hacerlos propios, 
hacerse cargo,
hacerlos carne,
sentirlos punzantes,
adentro
bien adentro.

Sentir que quieren salir
y que solamente salen versos.
Sentir mis pedazos adentro
haciendo ruido.
Sentir resquebrajarse cada hebra.
Respirar causa asfixia.
Estoy rota.

Llega la noche
y con ella, te extraño,
y puedo hacer muchas comparaciones
para que entiendas lo que significa
extrañarte.
Para que entiendas que lo que ves 
no es más que una mísera parte
de todo lo que pasa acá adentro.
Para que entiendas que cada respiración
me cuesta
porque te extraño.

Porque mi casa está vacía,
en ella falta tu presencia.
Los días son grises
porque no te veo.
Hace frío
porque no estás.
Adentro de este lugar
siempre va a ser de noche
porque no te veo
y te extraño.

Quiero poder verte y decírtelo,
pero sé que todo esto
va a quedar adentro de mi casa, 
de mis cuatro paredes,
una vez más.
Pero te extraño.
Y el calor y el contacto
se vuelven parte de los recuerdos
que golpean a mi puerta
todas las noches.

Todo esto que siento
queda en mi garganta
atorado,
buceando y buscando una salida 
que nunca llega.
Las palabras aparecen,
me rodean,
hablan por mí,
pero elijo dejarlas ir.
Porque no puedo,
porque me cuesta,
porque soy cobarde.
Me siento presa
de estos sentimientos 
que yo nunca busqué.

Aparece tu presencia
invadiéndome
y yo me pierdo
entre esta marea de sensaciones
que no puedo dar a conocer,
En este lugar que se volvió mi cárcel,
estas paredes que se erigen ante mí
y no hacen más que recordarme que estoy sola,
que no puedo hablar.
La voz no se escucha, 
se pierde entre el sonido de los autos
y lo que quiero tapar.

Me encojo en un rincón
y ahí me quedo,
eligiendo ser pequeña
antes que inmensa,
eligiendo extrañarte en silencio,
eligiendo perderte en cada palabra que no digo,
eligiendo ser prisionera de todo lo que me pasa
en esta cárcel que es mi casa,
mi hogar,
en esta celda sin salida que soy yo misma, 
en esta celda en la cual elijo quedarme encerrada.

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