Una noche más

He aquí una historia. La que me trae a este sitio precisamente. Entonces, empecemos...

"Estaba nerviosísima. Llovía, hacía calor. Caminaba, iba y venía. El outfit no era el mejor, pero, ¿importaba acaso? Habían improvisado algo con su amiga F..., pero no se sentía muy confiada. Cada minuto que pasaba era una eternidad, y trataba de calmarse de la manera más sutil posible. Pero nada servía. Porque si bien, R... era lindo, la intriga era lo que jugaba más en contra esa noche. Intriga, porque, bien, ¿qué pasaría (claro está) entre ellos dos? Era la primera vez que iban a verse cara a cara, ¿qué iba a suceder entonces? Porque, explico... ella no era una experta en la materia. A esa altura de la vida, uno no sabe ciertas cosas. Y, en su caso, era torpe, nerviosa, tímida. En contraparte, lo que mejor le salía era seducir a través de lo escrito, en lo cual, podía exponer un caudal imaginativo de excelsas palabras dispuestas a transportar a cualquiera a alguna parte. Podía extenderse, usar las oraciones apropiadas, hacerse entender... Pero todo esto no servía, ya que se verían personalmente, no mantendrían una conversación por epístolas.

Ok. Respirar hondo. Era el momento de verlo. El plan era el siguiente: él tenía que ir a aquella ciudad y luego se encontrarían. Una serie de cuestiones sacudió su cabeza, y sólo se pudo ausentar unos segundos de la realidad, cuando, de pronto, vio lo que sus ojos esperaban ver: aquella figura masculina, esbelta, en el umbral de puerta, esperándola. Ella, luego, no iba a olvidarse de su expresión al mirarlo: sus ojos fueron los destellos que iluminaron la noche. Un cruce de miradas que duró un segundo bastó para que entendieran lo que iba a pasar después.
"¡Hola!"
Saludo. Beso. 
"Entremos" 
Y todo consistió en navegar un mar de actos durante la noche. Parecía un teatro dividido en segmentos, con intervalos silenciosos, faltos de bullicio.
Hablaron, sí. Se besaron, bastante. Se fueron conociendo y fueron gustándose... Las intrigas iban quedando en segundo plano. Al punto que llegaron a probar la esencia única que los componía, hasta enredarse apasionadamente el uno en el otro. Dieron todo y quisieron ir por más. Y así lo hicieron hasta conseguirlo".

Y entonces, yo pregunto, ¿qué pasa siempre con algo que nos gusta? Queremos más porque nos agradó: consiguió sacar una sensación placentera de adentro nuestro, algo, a lo mejor desconocido, pero que nos hizo sentir bien. Y entonces, así, pretendemos volver a eso que nos hizo creer. Pretendemos repetirlo, buscar nuevamente la esencia, el elixir, el respiro de aire fresco que nos significa sentirnos plenos. Vamos a por ello, a buscarlo. Porque, al fin y al cabo, somos máquinas que anhelamos constantemente el placer. Por lo tanto, deseamos. Y es de esa manera que funcionan los anclajes que rigen nuestra estructura, haciéndonos mover, yendo, viniendo, volviendo a ese lugar donde estuvimos completos, por, lo que a veces, no es nada más que un instante.

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