Fuera de tiempo

Es tarde. Hay un sol impresionante afuera y el cielo azul nos deslumbra con su color. No hace mucho frío. Está como para ir a alguna plaza a disfrutar de la naturaleza un rato, al aire libre, dejando que nos acaricie la calidez solar. Está para juntarse con alguien, pasear, sociabilizar, salir un poco del agujero.
Contemplo todo esto desde la profundidad de mi cama, veo que el día promete desde las rendijas de la persiana. No hago el mínimo esfuerzo por despabilarme, sino que prefiero seguir tirada, como lo estoy ahora. Quiero seguir durmiendo y no pretendo despertar. Me doy media vuelta y estoy inconciente otra vez, rendida a los pies de un cansancio que es el que me gana partida todos los días.
Lo básico acá es preguntarse porqué tanto interés en mantener el sueño, en lugar de disfrutar de las pequeñas maravillas que conforman nuestros días.


Mantengo mi semblante estable y el espejo me devuelve una mirada en blanco y negro. Mi cara generalmente tiene sonrisas, pero hoy domingo, en particular, me siento molesta conmigo, con todo. Pienso "quiero seguir durmiendo" y me acuesto nuevamente, a la espera de que una solución mágica caiga del cielo.

Me entretengo, mientras tanto, buscando en internet cómo combatir la ansiedad y estos deseos irrefrenables de controlar la realidad, de no poder asimilarla como tal. Me lanzo a mí misma las alarmas para empezar a relajarme y todas esas cosas que nunca puedo conseguir, de disfrutar el hoy, de dejar de pensar tanto en lo que va a pasar y enfrascarme en el ahora. No, total para qué pensar en pavadas, decir "sí, disfrutar el hoy", pensamiento que me dura dos minutos y después vuelvo a la ruleta rusa de sentimientos negativos.


Soy una romántica incurable y sigo sosteniendo que me encuentro en la época equivocada. Una vez más, me detengo a pensar y a soñar en lo que quiero que pase, en mis deseos y fantasías de un amor imposible. Suspiro pensando, imaginando, recordando momentos. Estoy destrozada por dentro, recomponiendo mis partes amargamente, con ese sabor agridulce que provoca recordar algo que no sé si va a volver a pasar.


Ganas de huir a otra realidad, a la realidad parelela que me construyo todos los días, entre los acontecimientos que quiero que pasen y que me desvivo pensando en que ocurran, que no pasan y me duelen, en lo profundo del alma.

Entre la pila de pensamientos que me acompañaron hoy, me encuentro desencajada por el deseo de estar con una persona. Una persona que la elijo, que se puso en mi camino y hoy por hoy la elijo, porque sí, porque así se dio, porque hacía mucho que no me hacían sentir así.


Incertidumbre porque tanto desconocimiento me lo provoca y porque generalmente, todo esto trae consigo desilusión a la larga. Y me reprimo y no quiero que me vuelva a pasar. Suspiro y escucho canciones románticas, porque desgraciadamente así soy, así me tocó ser. Reniego de esto porque lo detesto, pero no lo puedo evitar. Me hace sentir, pero lo sigo haciendo.


Ya es de noche y las nubes decidieron tapar el cielo. Yo las miro, imaginando que en algún lado estarás vos haciendo lo mismo, que a lo mejor no mirás el cielo, pero sabés cómo está. Que a lo mejor estás con tus amigos, con tu ex (o no) novia, o solo. Y yo acá con ganas de darte todo esto que me agobia, de reirme otra vez en tu compañía, de mostrarte en realidad quién soy, que estoy acá, pensándote y esperándote...








Comentarios

Entradas populares de este blog

Los cuadernos de Don Rigoberto (Fragmentos) - M. Vargas Llosa

El Gran Gatsby- F.S. Fitzgerald (fragmentos)

Todos los días, una canción- 1 de enero