"Se lo indiqué; y al verle seguir su camino, ya no me senté solo: era un guía, un explorador, uno de los primeros colonos. Aquel hombre me había conferido, fortuitamente, la tranquilidad de pertenecer a la comunidad". "Entramos en un vestíbulo de alto techo, precedido de una glorieta de un color rosa vivo, a la que un balcón a cada extremo comunicaba con la casa. Los balcones, entornados, aparecían relucientemente blancos, y recortaban el césped del exterior, que parecía crecer un poco dentro de la casa. Sopló la brisa en la habitación, y, en un rincón, las cortinas volaron hacia fuera y hacia dentro, enroscándose en dirección al escarchado pastel de bodas del techo; por fin, se rizaron encima de la alfombra color de vino, haciendo sombras como el viento en el mar". "Sonrió comprensivamente, mucho más que comprensivamente. Era una de esas raras sonrisas, con una calidad de eterna confianza, de esas que en toda la vida no se encuentran más que cuatro o c...
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