Matemática de la carne, Rayden


Fuimos a hacer el amor y parece que volvimos de la guerra.
Me sentí astronauta cuando me abriste la puerta, perdida en tus lunares; diciendo adiós a la tierra.
Borrando en el felpudo el camino de migas, para que nadie siga el rumbo que entre ven tus piernas cuando caminas punto a punto formando una línea, una recta entre mis curvas y tus indirectas, con puntería.


Volaron los minutos teniéndote cerca, ocultos y jugando mudos juntos, a ese "truco o prenda".
Con el lenguaje de las manos, leyendo en braille cada surco de tu piel pero también tus labios.
Vivimos sin horarios lejos de calendarios, versos de pasión y no de aniversario.
Todo lo que no te dije, lo hice, cicatrices que aún recuerdo en sueños cuando despertamos vecindarios...



Mi más sentido bésame, bésame, besáyuname, ayúdame a deshacer la cama. 
Te comería a versos, pero me tragaría mis palabras, por eso mejor dejarnos sin habla.
Perdí el sentido del amor, pero no del sarcasmo, así que te haré el humor hasta llegar al orgasmo. 
Que he visto ojos enamorados de lagañas, pero no hay mejores brindis que los que hacen tus pestañas. 

Estás en mi lista de sueños cumplidos y en el de pecados compartidos. 
Rompamos juntos la barrera del sonido cuando el gemido se coma el ruido y hagamos juntos todas las maldades, la dieta de los caníbales. 
Soy de las que siempre creyó en las señales, por eso pégame y muérdeme, déjame cardenales.



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