La llamada

Se escucha que suena el teléfono de una casa en las afueras de La Plata, en una noche de invierno. El lugar estaba en silencio, por lo cual, el timbre del teléfono sobresaltó a M..., que se encontraba en el sillón, sentado. Se dirigió a descolgarlo. Lo hizo y dijo "¿hola?".

-Hola, M..., ¿cómo estás tanto tiempo?
-Hola, A..., yo bien, ¿y vos?

Luego de pronunciar esa frase, los sonidos que empezaron a salir del tubo se volvieron difusos. M... no escuchaba con mucha atención lo que su interlocutor decía. Venían palabras por momentos, un poco más fuertes que el resto, que le hacían dar cuenta de por dónde iba la conversación. Él se limitaba a jugar a hacerse el sorprendido o el preocupado, de acuerdo a lo que la situación requiriera. Así fue pasando un largo rato, en el cual M... pensaba porqué había descolgado el teléfono, si total, al fin y al cabo, no llamaba nunca nadie, no hacía falta, podría haberse evitado.

-Bueno, M..., ya te actualicé un poco acerca de mi vida, ja, ja... Contame un poco de vos, ¿qué andás haciendo?

-Ehh, ¿yo? Bueno, ¿qué te puedo contar? Acá, en Argentina, es de noche y este fue otro día sin sentido en mi monótona vida. Justo cuando me llamaste estaba pensando, tal como suelo hacer al momento de pretender dormir. Generalmente, salgo al patio y miro al cielo. A veces veo que está por venir una tormenta, pero no pasa nada. Hace varios días que el tiempo viene amagando con precipitarse, pero nunca termina de suceder. Algo parecido pasa adentro mio, A..., vengo amenazando con desmoronarme de una vez por todas y todavía no lo consigo. Por otra parte, sigo pensando que pasan los días y voy dándome cuenta de que me falta algo que le dé un sentido a todo lo que vivo. Y no sé bien qué es. Sucede que mis pensamientos, los cuales terminan siendo siempre los protagonistas, me llevan a pensar constantemente en los días carentes de color que vivo y las noches que no tienen fin, por las que suelo pasar. Te pregunto, vos por ahí sabés, ¿de dónde se desactiva la máquina de pensar? ¿Se puede resetear? No encuentro soluciones, son todos pensamientos recurrentes, sin sentido, ya lo sé, pero es que...

-M... ¿seguís ahí? ¡Te quedaste callado!

-Sí, perdón, me quedé pensando en todo lo que tengo para contarte...

-Bueno, empezá, ¡te escucho!

-Mmm, no, mejor hablame de vos, yo no tengo mucho para contar en realidad. Por acá sigue todo igual, más de lo mismo, vos ya sabés. Pero bueno, se hace lo que se puede, ja, ja. Contame un poco más de lo tuyo, ¿qué era eso que estabas haciendo ahora? En una parte, me perdí...

-Ja, ja, ¡vos siempre igual! No, te decía que...

Otra vez M... se desconectó temporalmente de la llamada. Se percató de que esa oleada de pensamientos cotidianos se habían ido por un rato cuando sonó el teléfono, pero que volvieron, igual que siempre, igual de firmes que siempre. A... seguía hablando y él ya no escuchaba. Sólo era un títere en una conversación monótona que a nadie le importaba. Los pensamientos seguían ahí, sin ir a ningún lado. Él era un cuerpo inánime, que ahora se volvía una extensión de un tubo telefónico. Los pensamientos se hacían uno con la noche, atormentándolo una vez más. Volviéndolo parte de una vida sin sentido a la cual él estaba acostumbrado y de la cual no podía salir, que sólo podía olvidarse por un rato, como ahora, a través de una llamada, que lo sacaba del encierro de su cabeza por un momento, para luego traerlo de nuevo al mismo sitio del cual no sigue sin poder salir.

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