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Mostrando entradas de diciembre, 2014

Tristeza de ciudad

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 Es verano y los días son más largos, más lindos. Hay otro ambiente. La ciudad está rara desde que te fuiste. Y pareciera que hace un año que está así. Es de noche. Y este marco se repite una y otra vez... En mi mente suenan canciones tristes y, entre ellas, entre sus melodías y sus letras, se mezcla nuestra historia. Ahí estamos vos y yo. Empezamos juntos. Seguimos. Pero algo, cosas del destino, nos separaron. Y ahora, yo en un extremo, vos en el otro... Ahora vuelve todo una vez más.  Trabajo mucho, pero no lo suficiente como para no recordarte, como para no pensar en vos. Entre mis obligaciones diarias, entre mis cosas, en algún hueco, tu cara aparece. Y junto a ella, se vislumbran tu voz, tus gestos, tus palabras. Y te extraño, extraño hablarte, saberte ahí. Extraño la ansiedad que me generabas cada vez que nos íbamos a ver. Extraño contarte mi vida, mis días, mis cosas más insignificantes. Y se me iluminan los ojos como la primera vez que te vi... Reacciono y me desvanezco junto

El príncipe que no tenía color...

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Había una vez una princesa que vivía en un mundo de ensueño, en un mundo color de rosas. Allí nada de la ajena realidad podía tocarla, allí los eventos  cotidianos del día a día no transcurrían... Todo era paz, armonía, perfección. Vivía rodeada de criaturas hermosas, todas ellas sin un dejo de maldad, todas  llenas de inocencia, de pureza. Los días eran mágicos, llenos de sucesos sin ninguna desgracia, sin nada fuera de lo que ella considerara normal. Dormía,  soñaba despierta, vivía en un trance donde nada malo podía pasarle... Ella sabía lo que era pasarla bien. Pero un día apareció su príncipe tan soñado, tan esperado. Él era perfecto, era añorado... Tenía todo lo que ella pretendía en un hombre: que fuera bueno, que la aceptara, que la cuidara y contuviera, que la quisiera o que, al menos, lo intentara, que la buscara para pasar tiempo con ella, que la eligiera.  El príncipe era azul, de un azul tan claro y hermoso como el cielo despejado, sin nubes, sin complicaciones. Era buen

Y ahora...?

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¿Qué voy a hacer con vos? Me estoy enfermando... (las relaciones interpersonales como padecimiento). Estoy pensando, tratando de encontrar un sentido, una explicación coherente, una justificación! Algo que me ayude a descifrarte a vos... Tengo miedo del futuro y de lo que pueda llegar a pasar... Te quiero decir todo esto (estoy saturada), pero no encuentro los medios. Y me quedo con todo atorado, a mitad de camino, con ganas de encontrar una salida, pero muriendo antes de llegar... Se acumula adentro mio y así muere, con el día, con mis pensamientos... Me odio por hacer todo mal y alejarte de algún modo. Me odio por estar tan involucrada, por querer la perfección. Me odio porque estás lejos (y de alguna manera, fue por culpa mia) . Algo hice mal, yo sé que fue así. Que algo modifiqué para que hoy nuestra realidad sea esta. Me amargo. Me angustio. Lloro. No sé qué hacer ni para dónde escapar... Las lágrimas llenan mis ojos, mis cejas se caen y mi garganta resulta anegada... Y así todos