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6 de noviembre

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Domingo, en la cama y pensando... que si me hundo en la nostalgia es porque creo que es la única forma en la que te puedo encontrar. Mi vida sigue, creeme, yo sigo con ella. En algún lugar de mis pensamientos o de mis sentimientos, todavía estás, y por eso escribo, porque te quiero sacar . Es lindo recordar la parte de las sonrisas, la parte en que yo sentía que iba todo bien. Será que esa misma idealización es la que, hoy por hoy, no me permite dejarte ir, es lo que te retiene aún dentro mío. Sigo con mi vida, dando pasos firmes y también dando vueltas, probando cosas nuevas y siendo yo, eso que descubrí que es imprescindible abandonar, eso que fui aprendiendo a valorar estando a tu lado. Mis sentimientos se mezclan también con lo que siento que me hiciste sufrir, con las actitudes mal o bien intencionadas de tu parte. Y pienso que a lo mejor está bien que seamos cada uno por su lado esta vez. Pero vuelvo a la nostalgia del principio, a esta altura del año pasado, a lo que íbamos cons

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Estoy acá nuevamente, contemplándote en silencio, materializándote en mis pensamientos. Te sumerjo en mi mente, en lo que se hilvana ahí adentro y me olvido, me pierdo. Te recreo en mis profundidades y me armo a mí misma allí, viviendo mi realidad paralela con vos. Entonces bajo a la Tierra de golpe y mis ojos te encuentran enfrente mío, hablándome de la vida, de una manera filosófica de vivirla. Y yo te escucho y quiero ponerme a la par de lo que pensás, pero todo me queda grande, y no me queda más que observarte, asentir y procesar la información. Me siento ser agua que fluye, que va, que se deja llevar... Pienso todo esto, pero vos me transmitís nuevamente tus creencias, tus verdades, tomás tu guitarra, me tocás una canción y la música se vuelve hermosa cuando la interpretación sale de tus labios. Entonces todo lo que iba a decir se queda en el tintero, porque mis ganas de escucharte me ganan y me quedo en silencio. Te digo que me gusta que me enseñes, que me fascina escucharte,

Los cuadernos de Don Rigoberto (Fragmentos) - M. Vargas Llosa

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"Pero, contradiciendo sus palabras, sus grandes ojos oscuros reconocían con curiosidad y cierta complacencia, acaso hasta ternura, el enrulado desorden de esa cabellera, las venitas azules del cuello, los bordes de las orejas asomando entre las mechas rubias y el cuerpecillo airoso, embutido en el saco azul y el pantalón gris del uniforme. Sus narices aspiraban ese olor adolescente a partidos de fútbol, frunas y helados d'Onofrio, y sus oídos reconocían aquellos chillidos agudos y los cambios de voz, que resonaban también en su memoria". "Ella misma parecía una hermosa gata de Angora bajo el rumoroso armiño que le llegaba a los pies y disimulaba sus movimientos. ¿Estaba desnuda dentro de su envoltura plateada?" "Encogían y estiraban las patitas bajo el cono de luz cruda que, polvo de estrellas, bajaba sobre el lecho desde el invisible cielorraso. Un olor a almizcle bañaba la atmósfera y la música barroca, de bruscos diapasones, venía del mismo rincón de

Historias de cronopios y famas- J. Cortázar

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"Negarse a que el acto delicado de girar el picaporte, ese acto por el cual todo podría transformarse, se cumpla con la fría eficacia de un reflejo cotidiano." "Lo que esta mujer sostiene en sus manos es la copa misteriosa de la que hemos bebido sin saber, la sed que hemos calmado por otras bocas, el vino rojo y lechoso de donde salen las estrellas, los gusanos y las estaciones ferroviarias." "Hasta que de tanto susurro verde, de tanto gorgotear como de flores, vayan naciendo las direcciones, las confluencias, las otras calles, las vivas." "En este país donde las cosas se hacen por obligación o fanfarronería, nos gustan las ocupaciones libres, las tareas porque sí, los simulacros que no sirven para nada". "En el fondo nos importa poco, lo único que vale es hacer cosas, y por eso les cuento casi sin ganas, nada más que para no sentir tan de cerca la lluvia de esta tarde vacía". "También las rosas son ingenuas y dulc

El Gran Gatsby- F.S. Fitzgerald (fragmentos)

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"Se lo indiqué; y al verle seguir su camino, ya no me senté solo: era un guía, un explorador, uno de los primeros colonos. Aquel hombre me había conferido, fortuitamente, la tranquilidad de pertenecer a la comunidad". "Entramos en un vestíbulo de alto techo, precedido de una glorieta de un color rosa vivo, a la que un balcón a cada extremo comunicaba con la casa. Los balcones, entornados, aparecían relucientemente blancos, y recortaban el césped del exterior, que parecía crecer un poco dentro de la casa. Sopló la brisa en la habitación, y, en un rincón, las cortinas volaron hacia fuera y hacia dentro, enroscándose en dirección al escarchado pastel de bodas del techo; por fin, se rizaron encima de la alfombra color de vino, haciendo sombras como el viento en el mar". "Sonrió comprensivamente, mucho más que comprensivamente. Era una de esas raras sonrisas, con una calidad de eterna confianza, de esas que en toda la vida no se encuentran más que cuatro o c

Madame Bovary- Fragmentos

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- "Bailes alegres se desplegaban dentro de su cabeza, y como una bailarina sobre las notas de la alfombra, su pensamiento brincaba con las notas, meciéndose de sueño en sueño, de tristeza en tristeza". - "Y además, ¿no le parece a usted -replicó madame Bovary- que el espíritu boga más libremente sobre esa extensión ilimitada, cuya contemplación eleva el alma y sugiere ideas de infinito, de ideal?" - "¿Le ha ocurrido alguna vez -prosiguió León- encontrar en un libro una idea vaga que se ha tenido, alguna imagen oscura que vuelve de lejos, algo así como la exposición completa de su sentimiento más sutil?" - "Todo le pareció envuelto en una atmósfera sombría, que flotaba confusamente sobre las cosas, y la pena se adentraba en su alma con quejidos suaves, como hace el viento en los castillos abandonados. Era ese ensueño que forjamos en la mente sobre lo que ya no volverá, el cansancio que nos invade después del hecho consumado, ese dolor, en fi