Me gusta tu nariz
Me gustan las pecas que se pelean por estar en la pendiente de tu nariz. Me gusta observarla, transformar mis dedos en piernas que se mecen sobre ella, que la recorren, que van, que vienen. Me gusta mirarla, buscarte lunares, contarlos, enseñártelos. Me gustan los orificios de tu nariz, me gusta verlos ensancharse cuando tu boca está a punto de sonreír. Me gustan tus ojos también, esos dos puntos fijos en el paisaje de tu cara. Tus ojos como destino, tu boca como pasaje de ida. Me gusta tu boca, tan singular, tan única entre toda esa armonía que se forma en tu rostro. Me gusta besarla, tocarla, sentirla, saberla ahí. Me gusta tu barba de apenas dos días. Me gusta que desencaje entre la melodía que forman las demás piezas del rompecabezas, que ahora mismo reconstruyo para mí. Me gusta ese conjunto que forma tu peculiar anatomía facial. Me gusta pensar que lo puedo tocar para conocerlo, para darle un beso en cualquiera de esos lugares. Me gusta tanto que ya no sé