Fuera de tiempo
Es tarde. Hay un sol impresionante afuera y el cielo azul nos deslumbra con su color. No hace mucho frío. Está como para ir a alguna plaza a disfrutar de la naturaleza un rato, al aire libre, dejando que nos acaricie la calidez solar. Está para juntarse con alguien, pasear, sociabilizar, salir un poco del agujero. Contemplo todo esto desde la profundidad de mi cama, veo que el día promete desde las rendijas de la persiana. No hago el mínimo esfuerzo por despabilarme, sino que prefiero seguir tirada, como lo estoy ahora. Quiero seguir durmiendo y no pretendo despertar. Me doy media vuelta y estoy inconciente otra vez, rendida a los pies de un cansancio que es el que me gana partida todos los días. Lo básico acá es preguntarse porqué tanto interés en mantener el sueño, en lugar de disfrutar de las pequeñas maravillas que conforman nuestros días. Mantengo mi semblante estable y el espejo me devuelve una mirada en blanco y negro. Mi cara generalmente tiene sonrisas, pero hoy domin