José Florez: sin etiquetas
José Florez fue un poeta colombiano que nació el día 22 de mayo de 1867. Creció en una familia de varios hermanos y su padre, lector ferviente de Víctor Hugo, le heredó este hábito por la literatura. Debido al escenario político que aconteció en Colombia (y tal como vimos en su compatriota anteriormente estudiado, Miguel Antonio Caro), no pudo finalizar sus estudios académicos. Sin embargo, esto no fue un impedimento para que frecuentara las reuniones de intelectuales de la época, donde hizo amistad con varios poetas famosos. A causa de su carácter bohemio y su magnífica interpretación de poemas, empezó a destacar en este círculo restringido.
Es conocido como uno de los últimos poetas del Romanticismo, donde sus trabajos dejaban ver su marcada sensibilidad. Hoy en día, éstos son considerados clásicos de la literatura de su país (uno de ellos en mencionado en su totalidad en este artículo, Abstracción).
Murió de una enfermedad desconocida para el momento en el que vivió (se cree que fue un cáncer), que terminó por deformarle la cara e impedirle el habla. Caía el año 1923, José tenía 56 años.
Abstracción
A veces melancólico me hundo
En mi noche de escombros y miserias,
Y caigo en un silencio tan profundo
Que escucho hasta el latir de mis arterias.
Más aún: oigo el paso de la vida
Por la sorda caverna de mi cráneo
Como un rumor de arroyo sin salida,
Como un rumor de río subterráneo.
Entonces presa de pavor y yerto
Como un cadáver, mudo y pensativo,
En mi abstracción a descifrar no acierto
Si es que dormido estoy o estoy despierto,
Si un muerto soy que sueña que está vivo
O un vivo soy que sueña que está muerto.
Ego sum
El cóndor viejo
V
Yo conozco un poeta desplumado
Como el cóndor aquel, cuya presencia
Es un mísero escombro del pasado
¡Ya no puede volar! Hoy vive atado
A la roca fatal de la impotencia.
(…)
En las tardes brumosas del invierno
En las tardes brumosas del invierno,
Cuando el sol taciturno, paso a paso
Va cayendo en las sombras del ocaso
Como envuelto en las llamas de un infierno,
Abro las mustias alas y me cierno
Por la infinita bóveda al acaso,
Falto de luz y de vigor escaso,
Presa de las nostalgias de lo eterno.
Y subo, subo, y cuando el ojo mío
Descubre entre los velos de la noche
Mi supremo ideal, en el vacío.
Una mano brutal mis olas cierra
Y caigo sin un ay, sin un reproche,
Sobre el fangal inmundo de la tierra.
¿En qué piensas?
(…)
Mas otro amante extinguirá tu frío,
(…)
¿Has contemplado, a lo lejos?
¿Has contemplado, a lo lejos,
Al sol que, paso a paso,
Va descendiendo al ocaso
Con su manto de reflejos,
Cómo por lúgubres huellas
Deja, en su triunfal descenso,
Cubierto el espacio inmenso
De crespones y de estrellas?
(…)
Monotonías
I
Se están poniendo tristes
Las tardes de verano;
Ya no se ve en los cielos
Siquiera un arrebol.
(…)
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